Existen más de 30 causas diferentes para estos síntomas y cada una de ellas presenta un tratamiento y un pronóstico distinto. Por ello resulta indispensable una evaluación por un especialista en neuro-otología, la sub-especialidad encargada de estas patologías, para realizar el diagnóstico correcto y encarar el tratamiento. Lamentablemente en la práctica diaria es muy frecuente que los pacientes deambulen durante años por distintos especialistas sin obtener un diagnóstico ni un tratamiento correcto. Habitualmente la sintomatología se adjudica a un problema cervical cuando hoy sabemos que sólo en una mínima proporción de los pacientes (menos del 1%) es ésta la cusa. La demora en el diagnóstico acarrea un aumento exponencial de todas las complicaciones de estos cuadros como: ausencia laboral, caídas, ansiedad, depresión, agorafobia, etc. Afortunadamente en los últimos 20 años ha habido una explosión de conocimiento y tecnología en esta área que nos ayuda a diagnosticar y a tratar estos cuadros en forma adecuada.
Entre las patologías más frecuentes se encuentran:
Es el cuadro vertiginoso más frecuente al que corresponden aproximadamente el 50% de los casos. Los pacientes con este cuadro experimentan breves episodios de vértigo al realizar cambios posicionales, típicamente levantarse de la cama, agacharse o levantar la cabeza. Está causado por el desplazamiento de cristales de carbonato de calcio (otolitos) que se encuentran flotando en la endolinfa del laberinto a través de los canales semicirculares, generalmente el canal semicircular posterior. Este cuadro es fácilmente diagnosticado realizando maniobras posicionales diagnósticas, como la maniobra de Dix-Hallpike para el conducto semircular posterior, donde observamos un nistagmus que bate hacia arriba con un componente torsional dirigido hacia abajo al acostar al paciente con la cabeza extendida y lateralizada. Los episodios generalmente duran menos de 30 segundos y se repiten si son provocados por nuevos cambios posicionales. Puede estar asociado a infecciones virales o traumatismos, aunque en la mayoría de los casos la causa es indeterminada.Es fácilmente tratable por medio de maniobras de reposición, donde por medio de movimientos específicos se conduce a los otolitos hacia una zona del oído donde no son sintomáticos. Tienen una efectividad aproximada del 80% en un intento que se incrementa si es repetida. Lamentablemente, en estadísticas mundiales, sólo al 20% de los pacientes se les ofrece un tratamiento adecuado.
Este cuadro vertiginoso que se instala en el curso de horas llegando a su pico de intensidad dentro de las 24 horas. Durante el primer día provoca intenso vértigo con un importante componente autonómico (nauseas, vómitos, diarrea) e inestabilidad en la marcha. El cuadro resuelve lentamente en el curso de varios días a semanas por la interacción de la recuperación de la función vestibular, que es variable y no siempre completa, y un proceso central de adaptación a la asimetría de la función del equilibrio de los oídos denominado compensación. Este proceso puede verse afectado por la edad, desequilibrios metabólicos, inmovilidad o el uso de sedantes vestibulares. Es por esto que se desaconseja utilizar estos fármacos por más de 3 días luego del inicio del cuadro y se indica el inicio de una rehabilitación vestibular temprana que acelera la compensación. Si bien son pocos los casos documentados, su fisiopatología se cree asociada a la inflamación del nervio vestibular por un virus de la familia herpes. Su diagnóstico se realiza por las características del cuadro, el examen neuro-otológico y se confirma la hipofunción unilateral del sistema vestibular mediante el test calórico cuantificado por video-nistagmografía o video head impulse test.
Este síndrome está caracterizado por la tríada de hipoacusia fluctuante, acúfeno y vértigo episódico. Si bien esta es la tríada clásica, los pacientes pueden no presentarla en el inicio de la enfermedad y manifestarse sólo por síntomas auditivos o vestibulares en forma aislada. Evoluciona en forma de episodios en los que se acumula daño a las estructuras sensoriales de la cóclea y del aparato vestibular. Los episodios vertiginosos duran entre 2 y 24 horas y se acompañan de fluctuación auditiva y sensación de plenitud auricular. Su etiología es incierta y probablemente no sea única. Se lo asocia a trastornos autoinmunes, lesiones o infecciones previas en el oído afectado y predisposición genética. El hallazgo patológico más frecuente es la distensión del saco endolinfático denominado hidrops. El tratamiento es materia de debate puesto que existen pocos ensayos con evidencia tipo A. En la práctica se divide en:
Farmacológico: betahistina, diuréticos y bloqueantes cálcicos.
Dietario: dieta hiposódica, distribuir la ingesta de líquidos y alimentos en forma balanceada, evitar el consumo de cafeína, chocolate y alimentos ricos en glutamato.
Quirúrgico: en casos seleccionados sin respuesta efectiva al tratamiento médico se puede desfuncionalizar el sistema vestibular afectado por medio de instilación de aminoglucósidos en el oído medio.
Esta entidad de relativa nueva descripción es reconocida cada vez en forma más frecuente. Según las últimas estadísticas podría ser la primera o segunda causa de vértigo. Hasta el 25% de los migrañosos sufren de vértigo episódico. Las características del mismo puede ser tanto giratorio como lineal u oscilante. No necesariamente se asocia temporalmente con la cefalea, pudiendo aparecer en forma independiente aunque generalmente acompañado por otras manifestaciones migrañosas como fono o fotofobia. Su etiología es materia de debate pero se postula afección periférica vasomotora sobre el aparato o el nervio vestibular, así como alteración del funcionamiento de los núcleos vestibulares a nivel del tronco cerebral. Posee buena respuesta a tratamientos preventivos para migraña como topiramato, amitriptilina, entre otros.
Se trata de una lesión tumoral benigna que se desarrolla sobre el nervio estato-acústico (transmite hacia el cerebro la información auditiva y del equilibrio proveniente del oído interno) provocando compresión y disfunción del mismo. El neurinoma se caracteriza por crecer lentamente por lo cual los síntomas rara vez aparecen de manera súbita, habitualmente provoca acúfenos, pérdida auditiva lentamente progresiva e inestabilidad. A medida que transcurre el tiempo y la lesión aumenta su tamaño no solo provoca una disfunción cada vez más importante del nervio, intensificando los síntomas antes mencionados, sino que también aparecen nuevos síntomas asociados al compromiso de estructuras anatómicas vecinas (debilidad de un hemirrostro, alteración en la sensibilidad de un hemirrostro, visión doble, dolores cabeza, entre otros). Su diagnóstico es de importancia para instaurar rápidamente el tratamiento adecuado disminuyendo la posibilidad de secuelas asociadas a la lesión.
El mareo postural-perceptivo persistente (MPPP, en inglésPPPD o 3PD) es un síndrome muy frecuente y descrito en forma relativamente reciente. Se encuentra dentro de lo que se denominan trastornos funcionales, lo que significa que el problema radica en el procesamiento de la información de movimiento por el sistema nervioso central y no por una alteración primaria de los sensores primarios del movimiento. Se manifiesta generalmente por mareo persistente no vertiginoso, inestabilidad o ambos, que dura tres meses o más. Los síntomas están presentes la mayoría de los días, a menudo aumentando a lo largo del día, pero pueden aumentar y disminuir. Pueden producirse brotes momentáneos de forma espontánea o con movimientos bruscos. Las personas afectadas se sienten peor cuando están en posición vertical, expuestas a estímulos visuales complejos o en movimiento, y durante el movimiento activo o pasivo de la cabeza. Estas situaciones pueden provocar o no el mareo, dependiendo del sujeto. Por lo general, el trastorno aparece tras padecer un problema vestibular o de equilibrio agudo o episódico. Los síntomas pueden comenzar de forma intermitente y luego perpetuarse. Es habitual que los pacientes describan sensación de niebla mental o embotamiento cefálico crónico junto con signos de fatiga mental por la sobrecarga de procesamiento sensorial. Si bien no es la causa, es frecuente que este cuadro coexista con trastornos de ansiedad que retro-aliementan los síntomas, empeorando el malestar.